Instalar una sauna en una casa es un proyecto que implica una reforma cuidadosa, ya que requiere adecuar el espacio para cumplir con las condiciones necesarias de seguridad, confort y eficiencia. Esta transformación no solo añade un valor estético y funcional a la vivienda, sino que también mejora la calidad de vida al proporcionar un área dedicada al bienestar y la relajación.
El primer paso en esta reforma es elegir el lugar adecuado para la instalación de la sauna y es que es esencial contar con un espacio que pueda adaptarse a las necesidades técnicas del equipo y al mismo tiempo ofrecer comodidad al usuario. Muchas personas optan por ubicar la sauna en baños amplios, sótanos, terrazas cerradas o incluso habitaciones específicas para el bienestar. Y es que la elección del lugar determinará el tipo de obra necesaria y las condiciones de ventilación y aislamiento requeridas.
Una vez seleccionado el espacio, es imprescindible realizar una evaluación estructural, ya que la sauna genera altas temperaturas y niveles de humedad, por lo que el área debe estar preparada para resistir estas condiciones sin sufrir daños. Las paredes, el techo y el suelo deben contar con materiales aislantes térmicos y antihumedad para evitar la acumulación de condensación y el deterioro a largo plazo. El revestimiento de madera es la opción más habitual debido a su capacidad para mantener el calor y su estética acogedora, aunque también es crucial seleccionar maderas resistentes a la humedad, como el abeto nórdico o el cedro.
La instalación eléctrica es otro aspecto fundamental en la reforma, debido a que las saunas requieren sistemas de calefacción potentes, como estufas eléctricas o generadores de vapor. Es necesario asegurarse de que la instalación eléctrica de la casa pueda soportar la carga adicional y, en algunos casos, puede ser imprescindible reforzar la potencia contratada o instalar un circuito independiente. Además, todos los componentes eléctricos deben cumplir con las normativas de seguridad para ambientes húmedos, minimizando el riesgo de cortocircuitos o fallos.
La ventilación adecuada también es indispensable para el buen funcionamiento de la sauna. El aire debe circular correctamente para mantener la calidad del ambiente, evitar la acumulación excesiva de humedad y permitir que la temperatura se regule de manera eficiente. Para ello, es recomendable instalar sistemas de entrada y salida de aire que permitan la renovación constante y eviten problemas como la condensación o la aparición de moho.
En cuanto a la fontanería, si se trata de una sauna de vapor, será necesario conectar el generador a una toma de agua y prever un sistema de desagüe eficiente. En este caso, la impermeabilización del espacio cobra aún más importancia para evitar filtraciones y asegurar la durabilidad de la estructura.
El diseño interior de la sauna también forma parte de la reforma y los bancos deben estar fabricados en materiales resistentes al calor, con acabados suaves para garantizar la comodidad, tal y como nos explican desde Saunas Luxe. La iluminación juega un papel importante en la creación de una atmósfera relajante, por lo que se suelen usar luces cálidas y sistemas a prueba de humedad. También es habitual incorporar elementos adicionales, como altavoces para música ambiental o sistemas de aromaterapia, que potencien la experiencia sensorial.
Por último, la instalación de la sauna debe ser realizada por profesionales especializados y es que este tipo de reforma exige conocimientos técnicos específicos para asegurar que todos los sistemas funcionen de manera eficiente y segura. Además, un trabajo profesional garantiza que la sauna cumpla con las normativas vigentes y que se eviten problemas estructurales o técnicos en el futuro.
¿Qué tipos de saunas podemos encontrar en el mercado?
En el mercado actual, podemos encontrar diversos tipos de saunas, cada una con características específicas que se adaptan a diferentes necesidades y preferencias. La sauna finlandesa o sauna seca es quizás la más conocida y tradicional. Este tipo de sauna utiliza estufas eléctricas o de leña para calentar piedras que luego irradian el calor en el ambiente, alcanzando temperaturas de entre 70 y 100 grados Celsius. La baja humedad, generalmente inferior al 20%, proporciona una sensación intensa de calor seco, ideal para quienes buscan una experiencia de relajación profunda y una rápida transpiración.
Por otro lado, la sauna de vapor, también conocida como baño turco, se caracteriza por un ambiente húmedo y temperaturas más moderadas, entre 40 y 50 grados Celsius, con una humedad cercana al 100%. Esta opción es perfecta para quienes prefieren un calor más suave combinado con una sensación envolvente de vapor, lo que favorece la hidratación de la piel y la limpieza de las vías respiratorias.
Las saunas de infrarrojos representan una innovación en el mercado, ya que utilizan paneles infrarrojos para calentar directamente el cuerpo en lugar de calentar el aire del entorno. Este método permite alcanzar temperaturas más bajas, entre 45 y 60 grados Celsius, pero con una sudoración profunda y una experiencia más suave y accesible para personas sensibles al calor extremo. Además, las saunas de infrarrojos suelen ser más eficientes energéticamente y fáciles de instalar.
También encontramos las saunas exteriores, diseñadas para ubicarse en jardines o terrazas. Estas pueden ser de cualquier tipo —seca, de vapor o infrarroja— y se construyen con materiales resistentes a las condiciones climáticas, proporcionando una experiencia al aire libre que conecta el bienestar con la naturaleza.
Por su parte, las saunas portátiles han ganado popularidad por su practicidad y facilidad de uso. Estas versiones compactas y desmontables permiten disfrutar de los beneficios de la sauna sin necesidad de realizar una reforma en casa. Aunque no ofrecen la misma potencia o capacidad que una sauna fija, son una opción cómoda y asequible para quienes buscan una solución temporal o de espacio reducido.